2 jun 2007

Ópera en el teatro Imperium


El viejo y mohoso teatro Imperium vuelve a respirar una noche más en silencio. Es un teatro abandonado hace ya bastante y ahora queda casi escondido entre los edificios cercanos; mucho más altos que él. Sigue conservando todas las letras de su cartel: IMPERIVM, como reclamo de algo que ya acabó hace tiempo. Como las ruinas de la esplendorosa Roma a la que imitaba. Pero sigue habiendo movimiento a su alrededor. En uno de los pequeños callejones se encuentra un hombre en pie custodiando la puerta de entrada de artistas. A éste se le acercan dos figuras en silencio, una con una gabardina y otra con una chaqueta de cuero.
-¿Dónde vais?
-A una reunión de la Asociación de Padres de Alumnos. ¿nos dejas pasar? -responde la sombra con gabardina.
-Um... Y os llamáis...
-Éste es Mike Donovan y yo soy Conan Mac Gregor
El vigilante musita algo a su pinganillo y tras recibir una contestación, deja pasar a los dos individuos. Antes de que puedan pasar el umbral, el vigilante les pregunta:
-Sabéis dónde es ¿no?
-Sí, sí, aquí el nuevo eres tú. -Contesta Mike.
Saben por dónde es el camino y a dónde quieren llegar. Pasan al sótano del teatro, donde también se suelen interpretar las comedias y tragedias de costumbre. Es una sala muy amplia y sujeta por enormes pilares de hormigón. Hay que bajar por unas escaleras para llegar al nivel del suelo. Apenas hay luz, caída de unos pocos fluorescentes en el alto techo. Hay un escenario en el fondo, sobre él hay un taburete de metal soldado al suelo: para casos de que haya que atar a alguien y que escuche;un par de sillas normales para que, en esos casos, los interrogadores estén cómodos cuando es necesario; una mesa, para casos en el que haya que atar a alguien y que le duela; aunque también los ponentes se suelen sentar en ella en un acto de informalidad. También hay una pizarra para las explicaciones complejas.

Una mujer ejecutiva con gafas de diseño está hablando sobre unas leyes y normas aburridas a los presentes. Un elenco de personajes a cada cual más extrambótico presencia en silencio el discurso, mientras un par de sombras bordean, trepan y se deslizan por todo el espacio para que todo salga como debe salir.
Para ello, para que ninguno de los personajes se salga ahora del guión, está también un Goliath al lado de la pizarra que sencillamente se encuentra inmóvil de brazos cruzados observando todo movimiento. Incluso el de los recién llegados que ocupan unos últimos puestos de la platea de sillas.
Todo el mundo se sabe las normas, todo el mundo sabe que no debe saltárselas, todo el mundo sabe que si te pillan lo más probable es que el resto de criaturas se vuelvan unas rapaces que irán a sacarte los ojos. Mike se le debió olvidar ese detalle cuando hizo lo que pudo haber hecho con esa Victoria Schwarzmann. Sabe que si por un casual las sombras que pululan el recinto o el mastodonte que está en el escenario se enterasen de lo ocurrido, tendría razones por las que rezar a los dioses. Por suerte puede ocultar todo ese temor, hacerlo una bolita y tragárselo.

Conan, mientras tanto, se regodea en ojear el paisanaje de la sala.En una esquina, completamente solo, un individuo de unos 25 años vestido con un chandal con aspecto de haber vivido entre zarzales contempla la escena mientras husmea el ambiente como si buscara algo. Unas filas más alante un trío de personajes trajeados como si estuvieran en una reunión de una gran empresa asienten solemnemente con un gesto unísono ante cada palabra de la su jefa en escena. Más allá había una pareja de fumaderas de negro que ríen de vez en cuando como si asistieran a un divertido entierro. Cerca una mujer alta con pelo largo rubio y ropa de diseño extraño y llamativo con más colores que un muestrario de pintura.
Así pasó el rato hasta que la dama de gafas concluyó la sesión y todo el mundo se levantó y empezó a parlotear de sus asuntos. La ponente desapareció entre la trama de gente, mas el Goliath permaneció impasible en su sitio y las sombras continuaron su recorrido. Mike y Conan se fueron a apoyar en uno de los pilares de hormigón. Esperando a que ocurra algo. Siempre ocurre algo. En efecto, la mujer rubia de vestido colorido y sobrado escote se dirige a ellos.
-Conan, a ti te estaba buscando yo. -enunció con voz chillona al gabardinado. Conan levanta las cejas absorto.
-¿A mí?
-Sí, te he intentado localizar estos días. -saca un cigarrillo de un bolso a juego con el vestido-.Tengo un trabajo para ti. Y ya sabes lo bien que me porto. -Lo enciende-. Por cierto ¿quien es tu amigo?
-Me llamo Mike Donovan ¿tú?
-Rita, Rita Hasrling -hace un gesto y una sonrisita rápida y vuelve su atención a Conan-. Bueno, que te digo, tengo un encargo para ti. Es vigilar a un tipo.
-¿De los nuestros?
-Ni idea, querido. Sólo tengo unas fotos suyas y algo que me han comentado. Se hace llamar Tim, aunque tiene un acento francés muy marcado. El trato incluye no hacer preguntas. -Muy bien. Sabes que eso es un extra ¿verdad?-Oh, sí, cielo. No te preocupes por eso. Y si necesitas protección seguro que el chupa de cuero maloso de tu amigo te protegerá. Si se apunta le puedo dar una propina.
Mike titubea por no hacer que vuelva su dignidad ahora por lo de la propina. Sabe que la necesita tanto como Conan el encargo.
-Bien ¿y los datos?
-No los tengo aquí, cielo. Los tengo en el despacho. Hazme una visita, ya que casi nunca me escribes... -Rita pone cara irónica de llorera. Cambia otra vez a una radiante sonrisa y se marcha, despidiéndose lanzando besos.
Mike y Conan suben las escaleras para marcharse. Al dirigirse a las escaleras, una de las sombras cesa en su interminable recorrido taciturno y se posa ante conan. Resulta ser un hombre bajito vestido totalmente de negro con un pasamontañas que impide que se le vea más que dos ojos penetrantes. Mike ahora no puede evitar el sudor frío. Se dirige a Conan.
-Sócrates desea verle, sahib. Le espera en el palco de honor.
Tan pronto termina la frase vuelve a su recorrido frenético que impide que se le pueda identificar. Conan y Mike suben la escalera ahora con algo más de pesadez.
-¿Has hecho algo para que te trinquen últimamente, Con?
-No, pero ya sabes que nos tiene a todos en el bolsillo, más o menos. Para llegar al estado divino de que le apoden el Espíritu Santo, se necesita bastante poder. Querrá algo y seguro que no dará nada a cambio.
Los dos amigos suben y se dirigen hacia el pasillo que da a los accesos de los palcos. Entran en el palco de honor, donde un ser indescriptiblemente feo les espera sentado viendo una película proyectada sobre el escenario "real" del antiguo teatro, era la película del fantasma de la Ópera. Al ver que han llegado sus visitas, Sócrates baja con un mando a distancia el volumen. Flanquado por dos individuos quietos como estátuas este ser se da la vuelta.
-¿Qué tal la reunión, Mike Donovan?
-Normalita, le falta algo más de garbo a Ley en sus discursos. Y no repartieron bebida.
-A veces pasa ¿queréis saber por qué os he llamado?
-¿No era por saber cómo fue la reunión? -Mike una vez se lanza no puede parar de contestar así. Sin embargo Sócrates ha vivido lo suficiente para que no le importasen los chistes baratos.
-No, yo quería que cumplíerais el objetivo que os ha dado la señorita Rita, y que me tuviérais informado. ¿seréis capaces?
-Ella nos paga, tú ¿qué vas a darnos?
-Mike, basta- Conan sabe que hay que guardar compostura en estos lugares.
-Ella os paga por un trabajo ¿verdad? -Sócrates es un nombre falso, es un alias que le salió por hablar muchas veces como ahora.
-Sí, en efecto -responde Conan, haciendo un gesto a su amigo para que le dejase hablar ahora a él.
-Pero yo no os mando hacer el mismo trabajo otra vez ¿no es cierto?
-No, no es el mismo trabajo.
-Entonces no debería pagaros nada por un trabajo que ya tenéis pagado. Podéis iros.
Sin chistar Mike y Conan se alejan de la escena y salen del teatro. Alejados ya de cualquier escucha en el coche de Conan, Mike pregunta:
-¿Tú que opinas?
-Que para que nos venga el Espíritu Santo a reclamar cosas sobre ese tipo, mal asunto, y encima con lo tuyo todavía más. Vamos, que de mierda estamos hasta las orejas.
-Piensas como yo. Larguémonos de aquí.

Lo de la tercera persona es responsabilidad de
Grey Arkhane

1 comentario:

Anónimo dijo...

Agradezco tu invitación a leer. Mi crítica es la siguiente: haces uso excesivo de coloquios en tus narraciones y comprendo las razones, ¿pero que hay de las gentes como yo que no siempre saben a que te refieres?
Como te dije, me agrada el personaje de Mike Donovan, pero olvidé que esta es la continuación del anterior capítulo. Te exhorto a que publiques el siguiente. ((^.^))