12 abr 2007

Primer compás: comienza la noche.

Busco en el desorden de la mesilla la cajetilla de tabaco. Quedan aún algunos cigarrillos, así que deslizo uno a mi boca. Enciendo un mechero Zippo, su llama me hipnotiza y me da un pequeño sobresalto. Tan apasionante, único e inesperado como siempre. El cigarrillo no me sabe a nada, pero eso no le quita su encanto. Muevo los pulmones para irlo quemando. Levanto las persianas para dejar correr las luces de la calle, neones de una farmacia y una tienda de bicis que hay en la calle. Dan un bonito tono multicolor a mi apartamento.

Enciendo la televisión. Dejo que las noticias insignificantes de sucesos, guerras y otras miserias humanas de hoy se deslicen a mis oídos. Voy al armario a ver qué me pongo. No la ropa, sino los complementos que más me agradan. Justo detrás de los trajes están mis compañeras, y en un cajón al lado de los calcetines, la munición. Hoy no habrá mucho movimiento, así que cogeré algo ligero. Una pistola parece lo adecuado. Pero creo que debe ser algo más persuasivo que un pequeño revolver o una beretta. Creo que para esto está mi Colt Anaconda. Se puede ser muy persuasivo con esa serpiente de metal de seis disparos como esa.

Oh, siempre se me olvida tirar la ceniza. Se pasa el tiempo volando. Creo que hasta han llegado a la sección de deportes en el telediario. Será mejor apagar la caja tonta. Hay que irse. Las persianas tiritan cuando salgo por la ventana al patio interior y escalo al tejado. No me gusta usar la puerta. Menos teniendo en cuenta que la noche se ve mejor desde el tejado. Hoy tengo algo de hambre. Sería conveniente buscarse un trago antes de marchar a la reunión.

Mira, casualmente percibo un aliento con alcohol por allí abajo. Veamos a ver quien es. Alguien que va a un callejón porque no va a entrar en el bar de aquí cerca. Seguro que es porque no piensa pedirse otra copa más si va sólo a cambiarle el agua al canario. Ya habrá tenido bastante. Una pena, ha ido al callejón equivocado. ¿no sabes que estos sitios son muy peligrosos? ¿No sabes que cualquiera puede deslizarse por detrás? Tarde. Te tengo. Te siento. Muy cerca. Noto tu alma. Siento el alcohol que has ingerido. Dos copichuelas, no más, pero ya te han puesto chispa. Palpo con los cinco sentidos tu alma y la noto en todo mi cuerpo. Veo cómo se altera y se debilita. Pero tranquilo. Perdería la gracia si te la dejo apagar. Mejor dejarte aquí. En el suelo. Te diste un golpe de tu borrachera. Te recuperarás. Hasta entonces, buenas noches, he de irme. Eras justo lo que necesitaba para afrontar una noche de reunión.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, en realidad tienes talento para redactar. Gran descripción de sensaciones y de movimiento.